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    «Esta final nos ha caído del cielo, es un sueño que vengan»


    Resulta sencillo contagiarse de la pasión de un superclásico cuando se habla con las aficiones. Las filiales madrileñas de River Plate y Boca Juniors viven estos días jornadas ajetreadas, toda vez que se han convertido en protagonistas del partido del domingo. «Nos tenemos que repartir entre todos los medios que nos llaman», confiesan. Seis de ellos acudieron ayer a la redacción de ABC y protagonizaron una charla calmada y distendida, aunque no exenta de los piques habituales. «Estamos con ganas de demostrar que somos capaces de celebrar una fiesta y de que lo que pasó en Argentina fue culpa de unos inadaptados. Esta final nos ha caído del cielo, es un sueño que vengan acá», dice de entrada Leonardo, aficionado de Boca. «Yo pensé que era una broma. Es 28 de diciembre, me dije. Nadie se lo creía; se había hablado de Doha, Miami... ¡Hasta de Venezuela! ¡Lo que faltaba, cómo si no tuvieran suficiente allí!», apunta Joaquín, otro seguidor xeneize. «Estamos tristes e indignados. Nos sacaron el superclásico del país, pero por otro lado nos cayó del cielo a los que vivimos en Madrid»Matías, Hincha de River Plate Pese al consenso en cuanto a que la final es un regalo para los que viven en Madrid, existen algunas discrepancias: «El partido está condicionado porque no hay igualdad. Se falsea un poco la Libertadores, sobre todo por River, que tendría que haber jugado en su cancha», opina Piero, hincha millonario. En el lado xeneize comparten el discurso que mantuvo Boca: «Atendiendo a los antecedentes, nos tendrían que haber dado la Copa. O dárnosla o jugarse como se tendría que haber jugado aquel segundo tiempo de 2015. No se pedía la Copa, se pedía justicia», opina Leonardo. La violencia en Argentina En el reparto de culpas por lo sucedido, nadie se libra. Aquí no hay colores: «El otro día, los barras de Boca iban delante del micro (autobús) manejando la seguridad. Eso es una amenaza. Esto no va a acabar, esto recién empieza», advierte Nicolás. «Hay intereses que no tienen nada que ver con el fútbol y al final los que sufrimos somos los hinchas de verdad», cuenta la millonaria Candela. «Es como una película de mafia: la policía va con la barra, la barra conoce a los políticos, estos a la policía... Si tocan a uno, este toca al siguiente», asegura Leonardo. Pero hay indicios que invitan al optimismo: «El otro día, en el Monumental, se cantó contra la barra. Eso es bueno», añade. «Hay que tomar medidas por parte de todos. No puede ser que las barras manejen el dinero, las entradas...»Joaquín, Hincha de Boca Juniors No en vano, la suciedad que arrastra la violencia no logra enterrar lo verdaderamente importante: lo que ocurre en la cancha. Cuando se habla de esto, los aficionados ríen, bromean y se lanzan las típicas pullas. «River es mejor, pero son partidos aparte», dice Joaquín. Matías enciende la mecha del primer debate: «Si se hubiese jugado en nuestra cancha, creo que River tendría ventaja, pero ahora se ha equiparado». «En la cancha de River les ganamos. De los últimos cuatro, no perdimos ninguno», contraatacan desde el lado de Boca. «Con Gallardo en casa ganamos las finales», insisten los millonarios. No se pondrían de acuerdo por mucho que durase la charla. La trascendencia de la final está fuera de toda duda, aunque respecto a esto surge otro debate: «La derrota va a doler, no tanto como un descenso, pero va a doler», dice con sorna Nicolás. Piero no se arruga y le responde: «Saben muy bien que si River gana les va a doler y se podría borrar, entre comillas, la historia del descenso, aunque ellos no lo van a reconocer». Sus sonrisas se intercambian, seguros ambos de sus argumentos. «La gente está dolida y, de hecho, ninguno de los dos clubes ha logrado vender todas las entradas»Candela, Hincha de River Plate Lo último que dan es un pronóstico, aunque solo dos se atreven:«Gana River en penaltis», dice Piero. «Qué sufrimiento», exclaman todos. «Que gane Boca», responde Leonardo. ¿Por cuánto? «Da igual, que gane», dice riendo. Cuando se apagan los micrófonos, la conversación no cesa. Se intercambian saludos y se desean suerte, aunque no demasiada. «Ojalá tengamos el lindo recuerdo tras la oportunidad que se nos dio», dice Candela. «Esto puede servir para que la gente vea que si seguimos así se nos acaba el fútbol en Argentina, que es lo más bonito que tenemos», sentencia Joaquín.
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