• Breaking News

    Mário Centeno , gobernador del Banco de Portugal: «Ahora el BCE debe ser paciente con los tipos y esperar resultados»


    Mário Centeno (Olhão, 1966) es el más destacado representante de la generación de reformistas portugueses que han cambiado profundamente la estructura económica y social de su país con los gobiernos socialdemócratas. Economista y máster en Matemáticas Aplicadas por la Universidad Técnica de Lisboa, Centeno también es doctor por la Escuela de Negocios de Harvard. Ha sido ministro de Finanzas del gobierno de Antonio Costa, presidente del Eurogrupo y es gobernador del Banco de Portugal desde 2020. Liberal de izquierdas, la suya es una voz importante en las decisiones del Banco Central Europeo (BCE) . —¿Qué debemos saber ante una crisis? —Lo primero es si nos hemos preparado. Siempre hay que estar creando los colchones necesarios para enfrentar lo que pueda venir. Y, después, la mejor estrategia es actuar juntos. Por eso la coordinación de políticas en Europa fue tan importante para superar la crisis del Covid. —¿En qué tipo de crisis estamos? —Hay una guerra en Europa. Su impacto es enorme y por diferentes canales. La economía de la Eurozona se está recuperando y se espera que el crecimiento del PIB sea lento. Aun así, los pronósticos apuntan a mejores perspectivas. Los hogares y las empresas han mostrado una resiliencia notable, el mercado laboral se mantiene estable y la inflación parece haber tocado techo. Las tensiones del mercado financiero necesitan ser evaluadas cuidadosamente. —¿Cómo salimos de esto? —Estamos en la dirección correcta, pero persiste la incertidumbre debido a las incógnitas conocidas y las incógnitas desconocidas. También las dudas que proceden de otras áreas geográficas. La política monetaria se mantiene encaminada a restablecer la estabilidad de precios en el mediano plazo —su objetivo—, evitando una sobrerreacción que podría realimentar el proceso inflacionario. La política fiscal debe centrarse en lograr la sostenibilidad de la deuda. Debe implementarse con cuidado para apuntar solo a los más vulnerables sin socavar la política monetaria. Los gobiernos deberían centrar sus esfuerzos en los cambios estructurales que están en marcha: el clima y el digital. El cumplimiento de los Planes de Recuperación y Resiliencia es de suma importancia para incrementar los niveles de productividad y fomentar el crecimiento. —Una de las reformas por las que Portugal es elogiado es la educativa. ¿Quién la inspiró? —La inspiración fue el reconocimiento, después de muchos siglos, de que las economías que más progresaron, incluso en estándares sociales, fueron aquellas con un alto nivel de educación de su fuerza laboral. —¿Cuál ha sido el resultado de esta reforma del capital humano? —La reforma empezó tarde, y tuvo sus primeros resultados a principios de este siglo. El foco fue aumentar la tasa de escolaridad en la educación secundaria y superior, así como la calidad de la educación. En la década de 1990, más de tres cuartas partes de quienes ingresaban al mercado laboral tenían como máximo nueve años de escolaridad. Llegamos a los 2000 compitiendo con Turquía y México por el último lugar entre los países de la OCDE. En 2001, menos del 40% de los jóvenes que ingresaron al mercado laboral tenían la secundaria completa. Veinte años después, ese porcentaje se ha más que duplicado hasta el 85%, una cifra superior a la media de la Unión Europea. «Lo repito muchas veces, no hay mejor inversión en el futuro de las jóvenes generaciones que la reducción de la deuda pública» —Una de las cosas que llama la atención es que la reforma hizo que muchas madres terminaran la secundaria. ¿A qué se debió esto? —Las reformas en la educación obligatoria y la formación profesional, la relajación de las restricciones de liquidez de las familias y la superación de la barrera que suponía la transmisión intergeneracional del nivel de escolaridad y de la situación profesional, combinadas con una inversión sin precedentes de las familias en la educación de sus hijos, fueron la base de este éxito. Estas reformas justifican la mejora de la proporción de madres con mejor educación, que usted menciona, lo cual después tiene un impacto en el futuro de sus hijos. —Hay gente en Portugal que me ha dicho que los buenos resultados son porque se redujo la exigencia. —¡Esa es la historia de siglos en Portugal! Siempre naufragamos porque a veces tenemos demasiada ambición. Y, cuando las cosas empiezan a funcionar, dudamos incluso de su existencia. Llegamos a los doce años de educación obligatoria con más de un siglo de atraso si nos comparamos con Massachussets. A mediados de la primera década de este siglo, los números nos decían que el 73% de los jóvenes cuyos padres tenían una enseñanza superior también acababan teniéndola. Pero sólo el 19% de los niños cuyos padres tenían nueve años o menos de escolarización terminaban la universidad. En ese momento, tres cuartos de las familias portuguesas tenían padres con menos de nueve años de escolaridad y era difícil cambiar la herencia intergeneracional. Romper esto es el mayor éxito que Portugal ha tenido en las últimas dos o tres décadas. La verdad es que el premio salarial de la educación superior es muy grande, te abre el mercado europeo de una manera que no tiene nada que ver con lo que conocíamos. otras voces contra la crisis noticia Si Juan José Toribio: «Los gobiernos ganan con la inflación, pero la sociedad no» noticia Si José Luis Izuel: «Había 7.000 millones en ayudas y sobraron 3.000 que no pudimos pedir» noticia Si Ana Palacio: «España debe procurar que no nos perdamos en una mirada centroeuropea» noticia Si Juan Ignacio Crespo: «Este Gobierno está obsesionado con la propaganda» noticia Si Teresa Sádaba: «El mundo de la moda aprendió que de las crisis no se sale solo» noticia Si Núria Vilanova, presidenta de Atrevia: «Se puede construir una reputación sobre la mayor mentira» —Ahora ha surgido un discurso contra el mérito... —El discurso contra el mérito es el discurso en favor de la uniformización, y eso es una prédica populista que hay que rechazar porque sin incentivos la gente no progresa. —La gran transformación de los últimos años ha sido la reducción de la deuda pública en 16 puntos porcentuales del PIB, el doble que en la eurozona. ¿Cómo se logró? —Con un gran rigor en las cuentas públicas y sin dar la espalda a la dimensión social. Uno de los elementos clave para el crecimiento sostenido de la economía portuguesa ha sido la reducción y el compromiso de seguir reduciendo el endeudamiento público y privado. Los efectos en la credibilidad del país se transmitieron a todos los sectores —bancario, financiero, empresas no financieras, hogares y Estado— con mejoras en las calificaciones crediticias que se han asociado a menores costos de financiación, aumentando la competitividad de la economía y permitiendo que invirtamos más en lugar de usar los recursos para un mayor servicio de la deuda. Lo repito muchas veces: no hay mejor inversión en el futuro de las jóvenes generaciones que la reducción de la deuda pública. —¿Mantiene su impresión de que las subidas de tipos de interés han llegado a su fin? —Las tasas de interés aumentaron de manera muy pronunciada desde julio de 2022 hasta marzo de 2023. Ahora, debemos ser pacientes para permitir que este aumento de 350 puntos básicos tenga un impacto en la inflación. Es importante vigilar cómo este aumento se transmite a la economía real. La transmisión de la política monetaria lleva tiempo. En el BCE asumimos que las decisiones dependen de los datos, y solo eso permite una evaluación precisa de las presiones inflacionarias subyacentes. Nos equivocamos siempre que decidimos antes de tener toda la información que pueda estar disponible. —¿Volveremos a ver tipos de interés negativos ? —La neutralidad a largo plazo de las tasas de interés nominales nos dice que las tasas de interés reales deben converger a la tasa natural. Un escenario de tipos de interés negativos ya no es plausible. —¿Cometió el BCE un error con la política de 'whatever it takes'? ¿Se mantuvo demasiado tiempo la flexibilización cuantitativa? —El período de la flexibilización cuantitativa hay que evaluarlo ante los retos de su contrafactual. El primer período permitió que el euro no se desagregara y el más reciente –el del Covid– permitió que la economía siguiera funcionando. No veo nada errado aquí. Hacia mediados de 2021, la evolución de los precios en la Eurozona se vio impulsada por un repunte de la demanda que no fue igualado por la oferta, la cual estaba sujeta a diversas limitaciones. Esto fue consistente con una rápida recuperación de la actividad cuando se reabrieron las economías. Ahí se vio la curva de Phillips funcionando y pidiendo una normalización de la política monetaria. Este fue un proceso suave y se hizo al ritmo adecuado. A finales de 2021, el Consejo de Gobierno anunció que reduciría el ritmo de compras netas de activos a partir del primer trimestre de 2022. Con la bárbara invasión de Ucrania por Rusia, los precios de la energía y otros productos básicos aumentaron. Fue un segundo 'shock' exógeno y luego, las subidas de precios se extendieron a todas las categorías y en julio el BCE comenzó a subir los tipos de interés. También en julio, el Consejo de Gobierno aprobó el Instrumento de Protección de la Transmisión (TPI), con el objetivo de garantizar que la política monetaria se transmita de manera uniforme en todos los países de la Eurozona. Desde el cuarto trimestre del 2022 la inflación se empezó a reducir. Estamos en el bueno camino. Y aunque los acontecimientos recientes en EE. UU. y Suiza introducen incertidumbre y perturbaciones, seguimos atentos. —En España cada vez son más los que dicen que entramos en el euro para que los bancos centrales dejaran de financiar los déficits públicos y lo que estamos viendo es exactamente eso: un BCE que financia los déficits. —El BCE respondió con rapidez y decisión a la crisis financiera. ¿Se imagina los costos del contrafactual que supone la inacción? Lo mismo sucedió durante el Covid. No se podía hacer de otra manera. Las medidas adoptadas permitieron disponer de una amplia liquidez en momentos difíciles, contribuyendo así a sostener la intermediación financiera y la disponibilidad de crédito para la economía real. Ahora es el momento del ajuste cuantitativo, como parte del camino de normalización iniciado en diciembre de 2021. Debemos hacerlo de manera equilibrada para preservar la estabilidad financiera. ¿Momento 'hamiltoniano' en Europa? El proyecto europeo está más maduro y Europa mejor preparada para enfrentar las crisis. Sin embargo, una de las debilidades de la construcción europea es la falta de una unión fiscal —Muchos han elogiado la emisión de deuda de la Comisión Europea para financiar el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia como un «momento hamiltoniano» que marcaría el comienzo de la unidad fiscal europea. ¿Lo ve como tal? —La configuración institucional de Europa ha mejorado significativamente desde la crisis financiera. El proyecto europeo está más maduro y Europa mejor preparada para enfrentar las crisis. Sin embargo, una de las debilidades de la construcción europea es la falta de una unión fiscal. Y, también, de una unión bancaria completa. La aprobación del BICC (Budgetary Instrument for Convergence and Competitiveness) fue un gran paso hacia la integración y permitió el rápido establecimiento del NGEU (Next Generation EU) como respuesta a la pandemia. Europa debería construir sobre ese éxito. El marco de gobernanza económica está bajo revisión, pero lamentablemente no hay una capacidad fiscal basada en deuda común. Esto aliviaría las limitaciones actuales y preservaría las necesidades financieras para los cambios estructurales que hay por delante. —¿Y la unión bancaria? —Necesitamos una unión bancaria completa. Los recientes acontecimientos en EE.UU. reforzaron la necesidad de un sistema de garantía de depósitos a nivel europeo. —Hay economistas que argumentan que el BCE, al asumir criterios como el cambio climático, pierde independencia y eficacia en el cumplimiento de su principal objetivo que es la política monetaria. —El cambio climático afecta a la economía y al sector financiero. Comprender su impacto en el mecanismo de transmisión de la política monetaria es importante para gestionar los riesgos relacionados con el clima al definir esa política. Apoyamos una transición ordenada hacia una economía neutra en carbono con medidas que están en nuestro mandato: una transición desordenada obstaculizaría la transmisión monetaria y desafiaría la política monetaria. —El director de un 'think tank' español dice que en la actual crisis hay dos visiones: los politólogos, que creen que el mundo es un juego de suma cero, y los economistas, que creen que es un juego de suma positiva. ¿Lo ve así? —Claramente soy economista. Definitivamente se trata de un juego de suma positiva. Trabajamos para eso. Christine Lagarde junto a Mario Centeno EFE —En la reunión del día 16 se mantuvo la decisión de subir medio punto, pero Lagarde ha dicho que ya no se anticipa nada porque hay que mirar los datos en vez de seguir anunciando subidas. ¿Por qué la pausa? —Es raro que volver a la estrategia pueda ser entendido como una pausa. La verdad es que la estrategia, desde que empezamos a subir tipos de interés, siempre ha sido decidir con base en los datos. Y hacerlo reunión tras reunión. O sea, volvemos adonde siempre estuvimos. Siempre, salvo un par de reuniones en las que nos desviamos de la estrategia. Le confieso que no me gustó que eso ocurriera porque luego, cuando volvemos al camino, se interpreta como ha hecho usted con su pregunta. Por lo tanto, me gustaría que no hubiera una interpretación exagerada de lo que es volver a la estrategia. Pero es verdad que todos los adjetivos y adverbios que utilizamos en los comunicados ya no están. Nosotros debemos hablar más en base a los números y a lo que significa la realidad de la inflación y las presiones que todavía existen. —En otra respuesta usted se refirió a «las incógnitas conocidas y las incógnitas desconocidas». ¿La prensa y los agentes del mercado miramos más a lo que no hace el BCE que a lo que hace? —En otra entrevista cité a un gran autor de lengua castellana, Jorge Luis Borges, sobre el asunto de por qué y cuándo hablar. Y creo que hablamos demasiado y añadimos ruido a la comunicación. Y por eso la gente siempre presta atención al momento en que dejamos de hablar, porque parece que quedara algo por decir, algo más de lo que efectivamente hemos dicho. Y esta devaluación de la palabra es terrible. Lo importante es lo que digas, y lo que decimos debe tener algo que ver con los números, porque no hay otra entidad en Europa ni en el mundo que sepa tanto de los números de una economía como los bancos centrales. He trabajado en el banco, he sido ministro de Finanzas, he vuelto al banco, así que se lo puedo asegurar. En la academia trabajamos mucho los números, pero con otra actitud. En el Gobierno uno no tiene tiempo para cuidar los números (risas), pero en los bancos centrales, sí, tenemos el tiempo y los recursos. No hay por qué utilizar adjetivos y cosas vagas que la gente no pueda entender. Hay que confiar en los datos. Noticia Relacionada estandar No La Reserva Federal sube un 0,25% los tipos de interés y los coloca entre el 4,75% y 5% David Alandete La Fed ha tomado la decisión en medio de la incertidumbre bancaria tras la quiebra del Silicon Valley Bank (SLB) y Signature Bank —¿Y qué dicen los datos? —Hoy nos dicen que nunca antes hubo un periodo de aumento de los tipos de interés tan vertiginoso. No me preocupa tanto el nivel de los tipos, porque creo que estamos volviendo a las medias históricas, pero sí la rapidez con que lo hemos hecho. Así que tenemos que preguntarnos si hemos dado suficiente tiempo al mecanismo de transmisión para que actúe. Y, más preocupante que eso, debemos preguntarnos si la gente, los agentes económicos, las familias, las empresas, han tenido el tiempo para ajustarse al cambio. La economía se ajusta mucho mejor de lo que creemos. Por eso desde que empezamos a recuperarnos de la crisis pandémica siempre estamos sorprendidos con lo que bien que lo hace la economía. Siempre estamos revisando datos al alza, porque nuestros modelos son más lentos que las decisiones que usted y las empresas que nos rodean toman todos los días. Hay que tener un poco de humildad ante lo que estamos haciendo, y darle tiempo a la gente para adaptarse. Si queremos matar la inflación en tres meses, eso no va a pasar y no ha pasado nunca. —Ha dicho que hay que adaptarse al cambio que suponen los tipos de interés. La banca tiene que hacer frente a este cambio, después de haber sobrevivido a los tipos negativos. Pero, además, los mercados financieros se están adaptando a las sanciones a Rusia. Y luego están las mareas monetarias y el desacoplamiento entre Occidente y la India, China, Iberoamérica. Todo esto impacta en el sistema financiero, ¿no? —El tema es muy complejo, porque son muchas variables, muchas geografías, muchos mercados. Nosotros apoyamos las sanciones, incluso en algunas ocasiones obligamos a que muchas empresas salieran de Rusia. Y tenían allí un mercado enorme. Y hubo que buscar otros mercados, otras formas de crear valor, porque para eso existen las empresas. Y lo que vimos fue que cumplieron, y pasó muy rápido, con gran eficiencia y con gran capacidad de respuesta. Y lo mismo han hecho los bancos. Y tuvimos que crear condiciones para generar confianza en los bancos de los países que son vecinos inmediatos de Rusia, que tienen una presión enorme, también en términos de inflación, sean del euro o no. Y para esto la solución ha sido la coordinación de todas las políticas. Y en la dimensión bancaria, nosotros vivimos hoy el privilegio de lo que fue la reducción de riesgos entre el 2015 y el 2019. Muy efectiva en nuestros países, España y Portugal son dos líderes en esa dimensión. Y este colchón de confianza, que viene de la reducción de riesgo fue, en mi opinión, lo que permitió que en el 2020 no hubiera una pandemia de deuda europea y que cambiáramos el riesgo moral por el apoyo global entre nuestros países. Es una transformación enorme, y para mí es muy abrumador que no se hable más veces de eso. Porque estamos disfrutando, y esa es otra parte de este gran colchón, de la ventaja de haber puesto en práctica una transformación financiera muy grande. No está concluida, hay que continuar. Pero es importante valorar estas decisiones, porque si no lo hacemos nosotros los europeos, siempre estamos corriendo detrás de algo y los que quieren de verdad cambiar el sistema se aprovechan muchísimo de eso. Porque si devaluamos automáticamente todas nuestras conquistas nunca sabemos dónde estamos. —Empieza a cuajar la idea de que la inflación va a estar más tiempo con nosotros de lo que habíamos pensado. ¿Esa opinión es compartida en el BCE? —Sí, más de lo que lo pensábamos y de lo que nos gustaría. Siempre pasa así con lo que calificamos de malo. —¿Por qué está pasando esto? —Pues porque las presiones sobre la inflación han venido más o menos encadenadas en factores distintos, todos exógenos, y nosotros lo que nos preocupamos y que podemos combatir son los factores endógenos. A esta lucha —la palabra victoria la reservo para cuando termine lo de Ucrania— estamos convocados todos. Cuando el BCE habla de salarios no es que no le guste que los salarios se incrementen, es que eso venga a presionar los precios. Cuando el BCE habla del margen de beneficio debemos entender que no es porque no nos guste que las empresas ganen dinero, es que si no hay un margen de beneficio compatible con la lucha contra la inflación, eso va a añadir presión extra. Y un punto porcentual más de salarios o de beneficios va a ser interpretado en el BCE como una señal de que la inflación resiste. Y para resolver el problema de la inflación solo tenemos un instrumento, que es subir los tipos de interés. Si subimos los tipos a medio plazo, este puntito de salarios o de márgenes de lucro no va a significar nada. En este momento esta miopía puede tener un coste muy grande en el medio plazo. Así que un poco de coordinación en eso, que debería también venir del BCE en términos de comunicación, tiene un valor incalculable para el futuro.
    Read More

    No hay comentarios

    tabola