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    Carballés, tricampeón y leyenda de la Copa Sevilla


    Sobre albero o sobre tierra batida, igual le da, Roberto Carballés manda en la Copa Sevilla. Su reinado prosigue y su dominio del torneo en los tres últimos años adquiere ya la categoría de incontestable. Es casi tiránico. Nadie le discute la supremacía al granadino, que llegó a la final por primera vez en 2021 (perdió) y luego ha repetido en las tres siguientes ediciones, todas saldadas con victoria. El andaluz, que llegaba al Tenis Betis como número 55 del mundo, tiene mucho tenis, pero también los valores añadidos del carácter, la raza, el corazón y una coriácea mentalidad, intangibles que fusionados le permiten salir a flote en los momentos de dificultad. Claro que los tuvo contra Daniel Altmaier (89 de la ATP), un muy buen tenista con variedad de recursos, pero Carballés fue mucho más clínico y certero cuando lo pedía la final. No vaciló en los momentos críticos y con esta victoria iguala en el palmarés del torneo hispalense, que patrocina ABC de Sevilla, a Pedro Osete y Daniel Gimeno-Traver , los dos únicos hasta ahora con tres entorchados. Carballés lo ha hecho, además, en años consecutivos como Gimeno-Traver y se convierte también en el primer vencedor de la historia de la Copa Sevilla sobre arcilla roja, la superficie que se estrenaba en esta edición. « Creo que hoy he hecho el mejor partido de la semana . Sabía que Dani iba a ser un jugador complicado, en el segundo set quiso cambiar la forma de jugar y tuve momentos duros, pero estoy contento por mantener el nivel e imponerme al final», señalaba el nuevo tricampeón al término del partido. « La palabra, para mí, es inolvidable. Es algo que quedará siempre en el recuerdo , por ver a toda mi familia en la grada y animándome», respondió cuando se le preguntó por lo que significa para él la gesta de haber engarzado tres triunfos en el torneo sevillano. En la apertura del duelo, Carballés no quería puntos largos, pero tampoco Altmaier, en este caso seguramente por la paliza de la noche anterior en ese maratón contra Ritschard que acabó de madrugada. Buscó el granadino el saque red para abreviar y así se apuntó en el casillero sus dos primeros servicios. El segundo, además, abrochado con saque directo. La madre del cordero estaba al resto.   No olió Carballés opción de quiebre en el primer servicio del germano, pero sí en el segundo. Y cantó bingo. Un revés a dos manos le abrió la puerta por la que se coló tras un error de su rival. La temperatura, tras la frialdad inicial, se disparaba, así como la calidad de los golpes y los puntos. Con 3-1, Altmaier cambió el chip : se fue con determinación a la red a la caza de la contrarrotura y en la segunda bola de fractura halló el premio con un passing-shot (3-2). Se habían consumido 25 minutos de final. A diferencia de Carballés, Altmaier sí consolidó su saque, y por la vía rápida además, con el mazo, ganándolo en blanco (3-3). El andaluz recuperó sensaciones engrasando su servicio , limpiando las esquinas, moviendo a su rival de lado a lado, castigándolo en el revés y finalizando en la red (4-3). Un ejercicio casi impoluto que lo enchufaba de nuevo. Sumó dos pelotas de rotura y rompió a Altmaier con una virguería: alcanzó una dejada imposible del bávaro conectando un globo a la esquina que su replicante ya no pudo devolver (5-3). Después, con el saque, sufrió lo indecible. Dejó ir un 40-0 y el alemán saboreó el break , pero ahí salió a relucir el carácter y el ardor guerrero del andaluz para deshacer el entuerto y abrochar la manga, que duró exactamente 45 minutos. No pudo ser más clínico Carballés al aprovechar las dos bolas de fractura que se granjeó en el set. Que serían cinco nada más iniciarse el segundo con un 0-40 para el nazarí que Altmaier no pudo contrarrestar. De repente, la solidez en el saque del germano había volado por los aires. Pero en realidad ambos tenían problemas con el servicio. Les costaba. Los juegos cómodos y rápidos eran ya historia . Carballés no pudo consolidar en esos márgenes de igualdad en que se movía el partido (1-1). Break y contrabreak para abrir la segunda manga... y doble falta de Altmaier para brindar otra opción más a Carballés que esta vez no le reportó ganancias (1-2). Perdió algo de fluidez el campeón , tanto en el saque como en sus ajustados golpeos a las líneas, mientras el germano fortificaba su defensa y diversificaba su repertorio de dejadas, una tortura para el granadino, que también tiene sutileza en sus muñecas. Tras mucho sufrir, en un juego eterno, retenía el saque Carballés (2-2) saliendo del apuro y hacía lo propio, pero sin tantos problemas, su adversario (2-3). Rivalizaban en plasticidad de las dejadas, siendo los dos golpeadores, cuando el español firmaba su primer juego en blanco de la final (3-3) y Altmaier reivindicaba su autoridad restablecida al servicio (3-4). Había extraviado Carballés la fórmula para hacerle daño al resto y eso lo presionaba más con el saque. No podía fallar. Tenía que pegar muy fuerte y con ángulo abierto porque la defensa del alemán, por momentos, era granítica. Y en la red despachaba con precisión cirujana. Su flechita estaba hacia arriba. Bajó entonces a la mina el andaluz para salvar dos bolas de rotura con dos excelentes derechas, siendo valiente y atacando (4-4). Impertérrito, Altmaier resolvió por la tremenda su servicio, finiquitándolo con un saque directo, como si la presión no fuera con él (4-5). No todavía. La respuesta de Carballés fue del mismo corte (5-5) cuando el segundo set rozaba ya la hora de metraje. Era el momento de atizar las brasas y el granadino lo hizo tirando de raza, garra, corazón y tenis. Con su derecha crujió al alemán, que flaqueó, y le quebró el servicio (6-5) para ganarse el derecho de sacar para llevarse el triunfo . Altmaier estaba mentalmente fuera y Carballés lo noqueó con un juego perfecto, sin mácula, el que merecía el final de esta historia. La que revalida su idilio con el Tenis Betis, la Copa Sevilla y la capital hispalense. Sobre albero o sobre tierra batida, lo mismo le da. A 250 kilómetros de Granada, el 55 del mundo ha encontrado el sitio que más feliz lo hace jugando al tenis. Un lugar mágico que le sabe a gloria.   Como preámbulo del partido entre Carballés y Altmaier, en la pista central se disputó en el primer turno de la tarde la final del cuadro de dobles. Cantaron victoria los checos Petr Nouza y Patrik Rikl , terceros favoritos del torneo, al imponerse con solvencia en una hora y dos minutos de partido a la pareja formada por el estadounidense George Goldhoff y el brasileño Fernando Romboli (cuarta favorita) en dos sets, por 6-3 y 6-2. Los centroeuropeos, muy sólidos, no le dieron una sola opción de quiebre a sus contrincantes. Nouza y Rikl, sin embargo, aprovecharon tres de la siete que tuvieron para coronarse campeones en el Real Club de Tenis Betis. En su camino hacia el título , los checos superaron a Javier Barranco-Geoffrey Blancaneaux (6-3, 6-3); en cuartos, a Íñigo Cervantes-Oriol Roca (6-4, 6-2); y en semifinales, a Marco Bortolotti-Sergio Marcos (6-3, 4-6, 10-4) antes de culminar su torneo con el triunfo ya relatado frente a Goldhoff-Romboli.
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