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    La selección se atasca ante el gol contra Serbia


    Vuelve la selección campeona a escena y el efecto contagio provoca el interés por un equipo que entusiasmó a un país. El esqueleto es el mismo, la actitud también , no tanto el juego y menos el marcador. España se atasca en Serbia ante el gol, un tapón y una falta de tino que nublan este reestreno en la Liga de Naciones. Luis de la Fuente mantiene las jerarquías en la primera alineación que exhibe como campeona de Europa. Es el mismo equipo que ilusionó a un país en la final contra Inglaterra con tres salvedades que imponen las circunstancias. Unai Simon está lesionado , una muñeca maltrecha que según dijo él mismo no era nada, pero que le mantiene tres meses sin poder jugar. Morata también se encuentra de baja y además está sancionado por aquel cántico de «Gibraltar español», lo mismo que Rodri, quien volverá al equipo en le próximo choque ante Suiza. Dos sustitutos son de manual en el guion de Luis de la Fuente. David Raya en la portería y Zubimendi en el puesto nuclear del centro del campo. Sorpresa es la aparición de Ayoze como reemplazo de Morata, con Oyarzabal y Joselu en la convocatoria. La Nations Leagu e es un invento sin mucho sentido que provoca atracción cero, pero sí hay curiosidad por saber cómo le ha sentado el verano a los campeones. España es el equipo reconocible de siempre, la presión alta, el juego controlado de pie a pie, los pases profundos, pero tal vez por el tipo de competición o porque el rival posee el talento balcánico de la técnica depurada y la imaginación, el duelo no es un monólogo a favor de la selección, sino una disputa dividida, sin dueño, sin porcentajes abrumadores de posesión, ocasiones o lanzamientos a puerta. España juega bien, pero sin excesos . No es ese torrente que avasalló en la Eurocopa alemana, un borbotón de fútbol al que acompañan las oportunidades, el temor del adversario y el resultado en el marcador. En la primera media hora es un fútbol sin brillo, sin ese encanto que contagió durante los meses de junio y julio. Es inevitable comparar cada gesto, cada paso de esta selección con su homóloga veraniega. Ganar siempre exige volver a ganar, como en aquella arenga de Luis Aragonés. En contra de lo habitual, hay un futbolista que le provoca dolor de cabeza e inferioridad en los duelos a Carvajal. Es Birmancevic, un ocupante del carril izquierdo con fuerza para defender a Lamine y torturar al defensa blanco con una retahíla de regates, fintas y carreras. España tarda en mezclarse con sus extremos Lamine y Nico. El atacante del Athletic no tiene el día y el barcelonista rompe a última hora. El partido se vuelve efervescente porque los serbios tienen una batería de ocasiones (Jovic falla una clamorosa, solo y centrado ante Raya) mientras España atraviesa líneas con más facilidad en los pases bien dirigidos de Laporte hacia Dani Olmo, quien se da la vuelta con rapidez. La tiene Ayoze, chuta muy alto Nico, Fabián no atina por muy poco... España ronda el gol, pero también Serbia. La segunda mitad pertenece por completo a la selección. Es el equipo con sello de identidad que hunde al adversario, lo aprisiona en su campo, no lo deja respirar y se queda con la pelota al 80 por ciento del juego. Ha entrado en acción Lamine Yamal, tan penetrante y creativo como siempre, se ha entonado Nico Williams y del banquillo surge Grimaldo para exprimir su zurda. Es una sinfonía de oportunidades para España, el remate alto de Carvajal, altísimo de Fabián, la falta a la escuadra de Grimaldo, la doble opción de Lamine y, sobre todo, esa parálisis que le entró a Fabián cuando estaba solo y de frente a la portería adversaria. En un acoso sin desmayo, la selección acorrala a Serbia, que apenas lanza un contragolpe y un saque de esquina en la segunda mitad. Sale Joselu, ya está Oyarzabal, España busca el gol y se desespera porque no llega.
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